Se trata de uno de los Calvarios más antiguos
de Aragón, y un espacio de gran veneración
para los allocinos, lugar de refugio
y reunión durante las guerras carlistas.
En lo alto del monte calvario se encuetra
la ermita o iglesia del Santo Sepulcro
que data de principios del siglo XVIII.
Obra de sillería y ladrillo, de una sola nave
de dos tramos con bóveda de medio cañón
con lunetos. En el interior de la ermita, que
cobija el Santo Sepulcro, cabe destacar la
decoración de azulejos en suelo y zócalo realizada
en 1788, un baldaquino de columnas
salomónicas realizado en 1735, así como 12
pinturas sobre cobre con escenas de la vida
de Cristo, obra de Guillermo Forchón, recientemente
restauradas. Toda la superfi cie
está decorada al fresco con motivos vegetales
y cabezas de angelotes. En la cúpula la
decoración está dividida en gajos, en cada
uno de los cuales hay una fi gura: San Jerónimo,
San Ambrosio, San Gregorio, San
Agustín, San Buenaventura y Santo Tomás
de Aquino.

El camino hasta la ermita transcurre entre
monumentales cipreses centenarios que
fl anquean las estaciones del Vía Crucis. Para
cada Estación del Vía Crucis hay levantada
una capilla, siendo la estación XIV la ermita
del Calvario y la dedicada a Cristo Resucitado
la XV. La Estación número XII se abre
en el muro Sur de la ermita. El resto son
edifi caciones cudradas, de sillería y tejado
de teja árabe, con cúpula sobre pechinas
o bóveda vaída. Además hay siete pilastras
con azulejos con la imagen de la Virgen
de los Dolores y el texto en verso de cada
Dolor. Cada Estación es cuidada por una
familia, de ahí las diferencias entre ellas. Por
ejemplo, la estación IV presenta pórticos.
En el interior de todas hay un pequeño altar
sobre el que reposa un relieve en escayola
que representa cada una de las estaciones de
la Pasión. Estas estaciones son contemporáneas
a la ermita pero han sufrido diversas
reformas.